Gricel
nació en Buenos Aires el 15 de abril de 1920 para luego trasladarse con su
familia a la localidad cordobesa de Capilla del Monte. Instalada en ese
pueblo, lejos de sus amigas, de la vida social porteña y de sus
patines de rulemanes, se dedicó a trabajar en la estación de servicio de su
padre y a estudiar piano.
Transcurrido
un tiempo, recibió una carta de sus amigas, quienes la invitaron a pasar
unos días en Buenos Aires. Gricel no dudó y tomó el tren que la llevaría, sin
saberlo, a conocer al amor de su vida, José María Contursi nacido en
Lanús el 31 de octubre de 1911, locutor de radio, poeta y autor de excelentes
tangos como “En esta tarde gris”; “Cristal”, “Gricel”, etc.
En
ese viaje, durante los paseos por la gran Ciudad, entre restaurantes, recorrida
por negocios paquetes de la Avenida de Mayo y la concurrencia a las
audiciones radiales, un día Gricel presenció la actuación de las
hermanas Omar en Radio Stentor, quienes le presentaron a un joven que
se presentó como José María Contursi, el flechazo mutuo fue tal, que jamás se
olvidarían el uno del otro.
Gricel
regresó a Capilla del Monte y pese a que su rubia humanidad ganó todos los
concursos de belleza del Valle de Punilla, sus suspiros y su mirada lejana,
respondían a sus sentimientos de añoranza hacia Contursi.
Pero
el destino los volvería a unir en 1938, cuando Contursi, afectado por una
fiebre intestinal recibió el clásico consejo médico de aquellos tiempos: los
aires de las sierras de Córdoba. Sus amigas, las hermanas Omar le informaron
que en Capilla vivía Gricel.
Contursi,
dejando en Buenos Aires a su esposa y una hija, partió
raudo a Córdoba para curarse y, además, para conquistar un trofeo
muy preciado en su larga carrera de rompecorazones. Se conocieron, vivieron un
apasionado romance, pero Contursi regresó a Buenos Aires. Pronto comenzaría a
añorar a Gricel y el galán ganador de otros tiempos, clamaría ¡Qué
ganas de llorar en esta tarde gris!.
Al
poco tiempo, inventando otra fiebre intestinal regresó a Capilla del Monte,
pese al llanto de su esposa, para estar junto a su amor Gricel.
Finalmente, un día tuvo que optar, y como hombre cabal de aquella época, volvió
al lado de su esposa con intestinos sanos pero con el corazón destrozado.
Continuaron
su relación por carta, hasta que un día, llegó una con la
letra del tango “GRICEL”, quien seguía ganando concursos de belleza en el Valle
de Punilla pero inmersa en una profunda melancolía. Todo el pueblo comenzó a
llamarla: "Gricel, la del tango".
Pasaron
los inviernos y Gricel recompuso su vida, contrayendo matrimonio con Jorge
Camba, pero hubo un problema: Camba también era afecto a las faldas y la
abandonó en uno de sus frecuentes viajes al Chaco.
Un
día del año 1962 llegó a Capilla del Monte el célebre bandoneonista cordobés
Ciriaco Ortiz, trayéndole a Gricel la noticia de la viudez de Contursi,
jurando que no era emisario de nadie. También le transmitió que su gran amor
sólo encontraba consuelo en el alcohol que consumía en la confitería El
Molino. Grisel partió rumbo a Buenos Aires. Se encontró
con su gran amor en esa confitería. Contursi con su clásica apostura, traje
gris, tiradores, luciendo canas y el aroma de la colonia Giesso, la recibió
sorprendido en un sueño real.
Se
vieron y perdonaron. Al tiempo fueron a vivir a Capilla del Monte, donde
continuaron su historia de amor hasta el fin de sus días.
G R I C E L
Letra de José María Contursi.
Música de Mariano Mores.
Año 1942.
No debí pensar jamás
en lograr tu corazón
y sin embargo te busqué
hasta que un día te encontré
y con mis besos te aturdí
sin importarme que eras buena...
Tu ilusión fue de cristal
se rompió cuando partí
Pues nunca, nunca más volví..
! Qué amarga fue tu pena!
No te olvides de mí
De tu Gricel
Me dijiste al besar
Al Cristo aquel
y hoy que vivo enloquecido
Porque no te olvidé
ni te acuerdas de mí
! Gricel!!Gricel!
Me faltó después tu voz
y el calor de tu mirar
y como un loco te busqué
Pero ya nunca te encontré
y en otros besos me aturdí...
Mi vida toda fue un engaño
¿Qué será Gricel de mí?
Se cumplió la ley de Dios
Porque sus culpas ya pagó
Quien te
hizo tanto daño.